Un soneto me manda hacer Iñaki

A Paco Sánchez Bautista, 
el día de su cumpleaños noventa y dos


Me pide Iñaki un soneto dedicado a Paco, para que lo lea entre amigos en un homenaje que le está preparando por su cumpleaños noventa y dos. Yo le digo que dependerá del favor de las musas, que a menudo me son esquivas, pero que no obstante lo intentaré. Mientras tanto, contaré los entresijos de algo que me importa.
Cuando a mediados de 2006 supe que acababa de obtener destino definitivo en el instituto de Llano de Brujas, mi primer pensamiento fue para Francisco Sánchez Bautista, el poeta nacido allí, un jubilado de correos a quien no conocía en persona y del que, por aquel entonces, apenas había leído su libro Elegía del Sureste.
Me incorporé al departamento de Lengua, transcurrió un curso completo, y en septiembre del año siguiente, 2007, preparé una propuesta de justicia que había madurado durante el verano y se la trasladé en una de las primeras reuniones a mis compañeros de asignatura. Les dije que, como el centro aún no tenía nombre (bueno, se llamaba Llano de Brujas, como el pueblo), me parecía oportuno andar los pasos necesarios para que ese nombre se lo prestase su hijo más ilustre, el poeta Sánchez Bautista. Algún veterano comentó que esa idea ya había circulado por ahí cuando se inauguró el instituto, pero que entre unas cosas y otras nunca había cuajado, quizá porque no se había tomado en serio. Yo expuse la seriedad de mi plan y me postulé para dirigirlo mientras durase el proceso: lo inmediato era el apoyo unánime del departamento de Lengua; después había que someterlo a votación en el claustro de profesores; y el trámite definitivo pasaría por defenderlo ante ese órgano tan heterogéneo, el Consejo Escolar. Si se hacía bien, a la administración educativa no le quedaría más opción que amoldarse a nuestro deseo y conceder el cambio de nombre.
Pese a la bondad de la causa, no fue fácil. El equipo directivo le dio largas al asunto, remoloneó varios meses e incluso indagó otras opciones (algunas regias, otras patéticas y rebuscadas) que compitieran con la nuestra. Ciertos profesores opusieron reticencias ridículas, poco o nada fundamentadas: recuerdo en particular a un interino, de religión por más señas, que alzó la voz en claustro para esgrimir oscuras significaciones políticas. Menos mal que muy pronto contamos con el entusiasmo de Iñaki Verastegui y luego con la adhesión y la generosidad de Isabel Martínez, ambos aquí presentes.
Mientras lidiaba con la parsimonia institucional, en los pasillos y tertulias de cantina hube de intensificar la fuerza de mis razones y de mi fe echando mano de autoridades tan dispares como Javier Díez de Revenga o Francisco Jarauta, Gonzalo Sobejano o Miguel Espinosa. Ayudó la casualidad de que por esas fechas Paco se asomara a los medios de comunicación con motivo de Memorias desde la Arcadia, documental de Primitivo Pérez y José Antonio Postigo: con el concurso de Pedro Andres Vicente, entonces jefe del departamento de Lengua y Literatura, se habilitó un tablón de anuncios con recortes del periódico, adquirimos el vídeo y nos agenciamos un ejemplar de Poesías Completas, y poco a poco se fue instalando la certidumbre de que el poeta de Llano de Brujas, nuestro poeta, ese del que pretendíamos que tomara nombre el instituto, en verdad era un poeta importante, más grande de lo que la ignorancia de muchos había sospechado. Pero todavía restaba una pequeña batalla, que también se ganó: frente a la retahíla de palabras cambiadas de sitio que caprichosamente deslizaban los que no sabían cómo afianzar su jerarquía, conseguimos bautizarlo con estas tres y con ninguna más: "Poeta Sánchez Bautista".
Bien está lo que bien acaba. El 25 de enero de 2009 el instituto se vistió de gala para recibir a Paco y a su familia en solemne acto. Gracias a mis contactos en el mundillo literario, acudieron poetas amigos como Sebastián Mondéjar, Ginés Aniorte o Soren Peñalver, entre otros, y también, por ejemplo, los profesores y críticos José Luis Martínez Valero y Juan Cano Conesa. Como, además, yo dirigía entonces la revista La hoja bruja, editada en el centro y para el centro, el número de ese curso se convirtió en un homenaje donde participaron más alumnos que profesores, y donde de ninguna manera podía faltar, ocupando lugar destacado, el entrañable poema manuscrito que Paco nos regaló a todos los miembros de la comunidad educativa.
No quiero concluir sin excusar la estela de inmodestia que haya podido desprenderse de mis palabras de hoy, aquí, delante de vosotros y delante de Paco. Conforme cumplo años, más celoso soy de la verdad y más me rebelo contra las apropiaciones indebidas. Llevaba todo este tiempo sin expresar en público la autoría íntima de aquella empresa de la que tan orgulloso me siento. La circunstancia de este encuentro me lo ha puesto en bandeja. Quede claro que si impulsé la idea e hice lo que hice no fue para que nadie me lo agradezca, ni para empavonarme patéticamente en los foros de la presunción, sino porque entendí y entiendo como un acto de justicia que el instituto de enseñanza secundaria de Llano de Brujas ostente el nombre del poeta Sánchez Bautista.
Y ahora, sí, el soneto que me mandó hacer Iñaki y que le dedico con toda humildad, por supuesto, a nuestro querido Paco:

Semilla soy al borde de tu mano
En tierras anegadas por el fuego,
Nube insinuando algún resplandor ciego
En el secreto surco de algún llano.

Me crezco en el viril tesón humano
Y a su caricia maternal me entrego:
Soy espera, ilusión, fe de labriego,
Soy espiga dorada en el verano.

Mas cuando cesa la estival tormenta
Y el fruto es cosechado, sin embargo;
Cuando en la era, tras la trilla, aventa

El grave abuelo algún suceso amargo,
Todos beben, sonríen, y él comenta
Que el invierno con pan es menos largo.


[Leído en Murcia, el domingo 11 de junio de 2017]
[Publicado en La Voz de Fortuna, agosto de 2017]

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mis autobiografías: una entrevista de Laura Picornell

Discurso para una graduación